Nuestros familiares, pacientes de Alzheimer, se merecen y necesitan nuestro cuidado con mucha dedicación y cariño

miércoles, 1 de junio de 2011

El duelo

Para los cuidadores de pacientes de alzheimer el duelo es una realidad que se siente siempre muy cercana. Quien pasó mucho tiempo (a veces varios años) cuidando a un ser querido, la separación provocada por la muerte, puede ser muy traumática. Varios miembros del Grupo de Apoyo han experimentado ya esa realidad. La negación, la culpabilidad, la depresión, el aferrarse al recuerdo o a los objetos, son sólo algunas de las características del duelo.
La conferencia de hoy se dividió en dos partes:
1. las características físicas y emocionales del período de duelo;
2. el duelo desde la espiritualidad (aspectos teológicos y experiencia vivencial).
Si el duelo es siempre un período difícil de superar, se hace insoportable cuando nos lo presentan como «la voluntad de dios» y se nos pide que aceptemos la pérdida con total resignación y sumisión a esa voluntad. O, del lado opuesto, se nos presenta como la destrucción que lleva a la nada.
En el reino vegetal, el entierro de una semilla lleva al nacimiento de un nuevo ser; y la la formación de «composta» promueve su desarrollo. La vida surge, pues, de dos actividades destructivas y aparentemente sin sentido. Según los principios cristianos, lo mismo pasa con la vida humana. La muerte es el principio, no el final. Es una transformación, no una derrota. Es un sin sentido con mucho sentido, si creemos en la comunión de los santos. Y si es así, la muerte no puede ser un acto de la voluntad de Dios, porque Él no quiere la muerte, sino la vida en abundancia. Dios nos hizo inteligentes para que podamos manejar las situaciones de la vida y para dar sentido a las relacionadas con la muerte. No somos mascotas de Dios, sino seres libres capaces de ejercer nuestro libre albedrío, La voluntad de Dios es que nos desprendamos de los que parten, recibiendo de ellos la energía que nos mantendrá vivos y activos, a pesar del natural dolor y la inevitable congoja. En este proceso, la espiritualidad es un elemento importante en la superación de la depresión física y emocional durante el período de duelo.

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